lunes, abril 11, 2005

Condenada

Aún no he conseguido cruzar ni una palabra conmigo misma. Cada vez que lo intento mi corazón se retuerce, como si él supiera antes que yo que “esto” va a doler...
Me preguntaba ayer hasta donde llegan los límites, cuánto más seré capaz de ceder y de sacrificar por mantenerme a su lado. Él no lo sabe, pero yo me siento en un puto combate de boxeo continúo. Sin tregua. Sin fin. Y sin victoria.
Sólo me siento fuerte cuando él está a mi lado. Entonces, me miro al espejo y pienso que ha dejado de compensar pero al día siguiente, cuando me levanto y cruzo esta ciudad para llegar a mi oficina, vuelvo a sentir el fuego, la garra, y el dolor de la distancia. No puedo renunciar...

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