sábado, junio 11, 2005

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Sábado… El calor en esta ciudad resulta asfixiante. Lo que me espera a lo largo del día tampoco me convence. Creo que me estoy convirtiendo en una especie de momia. Sus recuerdos se agolpan en mi cabeza a cada segundo. De repente, en la calle, aparece su imagen, y mis ojos se agrietan y se humedecen. No puedo evitarlo y entonces me giro, sacudo mis lágrimas, e inició una conversación con alguien; siempre absurda, aunque el otro no lo sea. El problema soy yo termino diciendo ante su inquietante mirada. Y vuelvo sobre mis pasos buscando el refugio que nunca encontré, y un nuevo interlocutor se abalanza sobre mí: ¿Cómo estás? No tengo tiempo de contestar… él o ella toma la alternativa y sentencia: “No te preocupes. Todo pasa. Además, seguro que era un gilipollas”. Y te guiñan un ojo y se van, seguros, felices, de haber contribuido a la causa. En realidad, quiero contestar la pregunta… Estoy mal, sí, porque además, lo único que encuentro por ahí son patanes con un mal disfraz.

2 comentarios:

Etéreo dijo...

Son las mismas sensaciones que me invaden en algunos momentos..desde luego esto de las tristezas no está hecho para algunos de nosotros..
cariñosssss, tantos, como gotas de agua de todos los oceanos..

Anónimo dijo...

La sensación que me queda es que estas en un laberinto de cristal; desde el exterior todos intentamos guiarte por la salida más próxima segun nuestra experiencia. Muchas voces, desde distintos puntos, (aunque la finalidad sea la misma) solo confunden.
Desde el interior, deseas salir, pero tambien quedarte(porque a veces se está tranquilo).
Mi experiencia es que un día me encontré en la salida; podía haber vuelto a entrar, pero decidí esperar unos minutos fuera.