Nunca me gustaron los recuerdos... Algunos son capaces de paralizarte; otros, directamente, te "matan".
Mantuve su olor y la presencia de su cuerpo sobre mi cama durante años. Me negué a tirar su ropa, sus libros y aquellas revistas extrañas que sacaba de los contenedores de basura y que amontaba en una de las baldas de la estantería como si fueran auténticos objetos de colección. Conservé sus botes de pintura, sus lienzos, sus pinceles, sus puros... y hasta cartas con remitentes desconocidos que nunca llegué a abrir. Un mausoleo brutal que yo utilizaba para reafirmar sus promesas y su esperado regreso a casa. Supongo (sé) que aún le seguía queriendo. Me niego a hablar en presente porque esta es la historia que quiero contarles a todos y que debo contarme a mí misma. Sus huellas siguen, es cierto, sobre las paredes de mi casa, pero mi gesto al verlas ya no es el mismo. Así de simple...
... supongo
miércoles, septiembre 20, 2006
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1 comentario:
recordar y añorar a alguien es una mierda, pero peor es esperar a que vuelva... nada que debe quedarse se va y si no vuelve es porque no debería estar... ánimo. todo pasa y todo se cura... o al menos eso dicen... confío en ello
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