lunes, julio 10, 2006

Mi refugio

"Me gustaría tener una pasión; una pasión que lograra dominarme y que aplacara mi desanimo a la vuelta del día; una pasión que fuera más allá de mis manos y de mis propios deseos...."

Todo el mundo tiene pasiones que alimentan su circulo vital. Funcionan como una especie de bálsamo en medio del caos, un lugar y un momento al que aferrarse a uno mismo, sin sombras, sin terceros y sin preguntas. Busqué mi propia pasión durante años: un baile, un dibujo, un libro... , pero nunca hallé nada que lograra calmar mi espacio; quizás era demasiado grande o tal vez me negaba a zafarme de lo poco que aún me quedaba de él. Tengo la sensación de haber estado casi media vida esperando bajo una vieja estación de tren. He visto tantos vagones pasar delante de mis ojos que hoy me resultaría imposible enumerarlos o pintarlos de un color. Sólo recuerdo la sensación de ausencia, de pérdida constante, un vacío que se acumulaba en la boca del estómago y que, casi siempre, me impedía comer. Supongo que hay personas que están más preparadas y logran asumir sus vacíos como parte de la vida que les queda o les tocó vivir. Quizás, es una simple cuestión de valentía, pero a mí cada embite me hacía más débil y mucho menos real. Observaba, en cada golpe, las fracturas que iba dejando sobre mi cuerpo: arrugas, dobleces que aparecían de repente, y constantes dolores de cabeza que no conseguía paliar con ninguna de las medicinas. Por supuesto, me decía a veces, el dolor está dentro de ti. Me refugié en el alcohol tantas veces como pude, después en el yoga, en la meditación o en la lectura. Todo por nada o para nada porque siempre acababa en el mismo sitio de siempre; la maldita parada de tren y sus interminables esperas. A él le esperé siempre como si algún día fuera a ocurrir el milagro. Me empañaba en tapar sus deslices y su falta de atención con te quieros que me dedicaba una vez a la semana; siempre cuando a él le venía bien. Una forma cruel, sé ahora, de negar la más claras de las evidencias. Ignoré los consejos de los expertos, de los amigos e incluso aquel que solía gritarme, a veces en silencio, mi propia familia. Intenté acabar con todo una vez, sí es cierto. No fue un juego ni una manera infantil de llamar la atención. Sin él, para mí, la vida había terminado, así de rotundo y así de vulgar. Fue mi maldito centro del universo, y me odié mil veces por sentirlo y por desearlo de esa manera; también a él... por sus palabras calladas. Las odiaba. No te digo nada, hijita, y colgaba el teléfono mientras yo suspiraba por un futuro que, pese a todo, creía posible. Vil engañabobos. Hubiese puesto la mano en el fuego por él, sin saber que me hubiera achicharrado por completo. Resquejabrada y con el alma mutilida decidí muchas veces encaminar mi vida; empezar de nuevo, olvidar y construir algo diferente. Me reía de los científicos y de esas estúpidas cábalas que hacían sobre la duración del amor. Ni el más listo le daba más de tres años. Yo llevaba cuatro y seguía exactamente igual: implorando el regreso. Me perdí en el tiempo y deseché todas las oportunidades que se cruzaban en mi camino. Yo sí puedo hablarles de cuentos de príncipes y princesas con final feliz. Me los sabía todos y en todos estábamos él y yo, con su ranita, su jardín y sus niños; un calendario repleto de meses que nunca llegaban a cumplirse. Y la espera seguía siendo espera y las promesas sólo se quedaban en eso... palabras. Y dentro de mí, en lo único honesto que quedaba en mi mente, sabía que volvería a fallarme y que regresaría la pena, la rabia y la ingratitud hacía mi
misma por los años perdidos (una y otra vez); espiral sin salida que alimentaba con mis propias fantasias. Cuanto le quise, y por dios, que no se me enfade nadie, cuanto le sigo queriendo. Creo que aún hoy, medio viva y medio muerta, accedería a quemarme en la hogera por un sólo minuto de gloria. Alma de deportista o de imbécil que diría mi abuela, pisoteando hasta el más alto grado de su fe. Fue también a su dios a quien rece muchas veces por una oportunidad, una salida o un nuevo enganche. Y a él, a mi abuelo, para que me diera todas las fuerzas posibles para seguir aguantando la tormenta que el hombre del tiempo, y en la 2, llamaba calma... pero que aquí, desde mi mundo, veía casi como un sunami. Una especie de poniente loco y desalmado que atravesaba mi cuerpo como si fuera el centro de una diana de dardos. Siempre tuve desde pequeña cierta tendencia a la obsesión... me aferraba a algo como si aquello pudiera cambiarlo todo; una amiga, un encuentro casual... En definitiva, una manera de silenciar el miedo;mi miedo a vivir.

Y ni siquiera sé porqué he vuelto a abrir este blog... Supongo, la verdad, que es/sois y será/seréis siempre mi pequeño refugio

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bien escribes... y que loca estás...

Un besote y feliz regreso a casa.

Chan ta ta chan dijo...

Preciosa!! me has puesto los pelos de punta... no sabes cuanto me alegro de saber de ti, te he guardo un abrazo por cada día que me has faltado así que empieza a cobrártelos XD XD

Anónimo dijo...

Me alegra verte de vuelta.
Un beso niña

Anónimo dijo...

Escribes precioso. Logras poner en palabras esos sentimientos que sólo aquellos que los hemos vivido, podemos entender. Gracias.

Anónimo dijo...

Buenas noches. No se muy bien como he venido a parar a tu espacio pero me alegro de haberte leído. Profundamente sentida y bella tu forma de expresar tus sentimientos. Seguro te reconforta ayuda canalizarlos a través de la escritura.

¿Has leído el libro de Robin Norwood, "las mujeres que aman demasiado"?
Lo estoy leyendo y hoy al leerte he pensado en que te gustaria.

Un abrazo y una sonrisa

Anónimo dijo...

Sigue escribiendo, por favor.
Viviendo contigo cada momento de ese amor que tanto daño hace

lunilla dijo...

cada letra..desahoga tu alma..y alivia tu espiritu
besos

Holden dijo...

hola guapa

me ha gustado asomarme por aquí y ver que has regresado. no dejes de escribir, ni de refugiarte.
un beso

Chan ta ta chan dijo...

toc toc!! Un besillo guapa!!

Anónimo dijo...

no se porque estoy aca escribiendo estas muy tristes lineas....sera por que esta lloviendo mucho y no me puedo olvidar de el? los años han pasado pero no me puedo olvidar de su cara, su voz, sus sueños.....ya no queda nada de nosotros todo se lo llevaron los años....pero no te olvido y dicen q la esperanza es lo unico q queda........te espero igual q siempre

Anónimo dijo...

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