Aún no he conseguido cruzar ni una palabra conmigo misma. Cada vez que lo intento mi corazón se retuerce, como si él supiera antes que yo que “esto” va a doler...
Me preguntaba ayer hasta donde llegan los límites, cuánto más seré capaz de ceder y de sacrificar por mantenerme a su lado. Él no lo sabe, pero yo me siento en un puto combate de boxeo continúo. Sin tregua. Sin fin. Y sin victoria.
Sólo me siento fuerte cuando él está a mi lado. Entonces, me miro al espejo y pienso que ha dejado de compensar pero al día siguiente, cuando me levanto y cruzo esta ciudad para llegar a mi oficina, vuelvo a sentir el fuego, la garra, y el dolor de la distancia. No puedo renunciar...
lunes, abril 11, 2005
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